“Cuentan que un caminante llegó a un
cementerio en las afueras de un pueblo. La puerta de bronce del cementerio
estaba abierta, así que decidió entrar y dar una vuelta para conocerlo. El
sitio era hermoso, lleno de flores y jardines bien cuidados.
Cuando se acercó a la primera tumba,
la lápida tenía grabado el siguiente mensaje: «Abdul Tareg vivió ocho años,
seis meses, cinco semanas y tres días». La persona se entristeció, pues pensó
en la tragedia que la familia tuvo que haber pasado al perder un niño tan
pequeño.
Luego se acercó a la siguiente tumba
y leyó: «Yamir Kalib vivió cinco años, ocho meses, tres semanas y un día».
Pensó: «¿Otro niño?». No podía comprenderlo. A continuación dio una mirada rápida
a todo el cementerio y descubrió que todas las tumbas tenían grabadas edades
que no pasaban de los 12 años. La persona estaba golpeada emocionalmente.
¿Qué tipo de desastre tenía que
haber pasado en este pueblo para que murieran tantos niños? ¿Qué tipo de
maldición tenía? ¿Valía la pena visitarlo? El guardián del cementerio,
acostumbrado a las reacciones de los forasteros ante las tumbas, se le acercó
y le aclaró: «En nuestro pueblo tenemos una costumbre: a los 15 años todo joven
recibe de sus padres una libreta para apuntar todos los momentos en que
realmente fue feliz. Al morir, se suman los momentos de la libreta en que la
persona fue feliz y se inscriben en la lápida. Aquí creemos que el verdadero
tiempo vivido es el tiempo en que fuimos felices»”.
Osadamente
me atrevo a hablar de felicidad y del significado que tiene para mí. La FELICIDAD
significa, vivir en la esencia, siendo yo misma el cambio que quiero en el
mundo. Desde que nacemos, estamos alejándonos de esa semilla que fuimos,
enajenándonos de nuestra esencia.
Para
mí, los principales rasgos que definen ese yo verdadero, nuestra verdadera
naturaleza, son: la autenticidad, el desapego, el coraje, la inocencia y el
amor incondicional.
Somos
auténticos cuando nos valoramos sin esperar que los demás lo hagan. Si yo no me
reconozco, busco el reconocimiento en los demás. Ser auténtico significa
empezar a valorarte por lo que eres, por el SER que soy. ¿Por qué, en lugar de
preguntarnos si hay vida después de la muerte, no deseamos que haya vida, antes
de la muerte?.
¿Qué
pensarías si dijera que el apego destruye las relaciones humanas?. Si hay
apego, no hay AMOR, por mucho que nos hayan hecho creer lo contrario. Cuando ME
amo, aprendo a ser feliz por mi misma, por mi mismo, sin estímulos externos.
Para entenderlo, debemos mirar con perspectiva y entonces veremos que, cuanto
más desapegado estás de alguien, más lo amas. Si vivimos desde el desapego,
ninguna pérdida puede dañarte por perder lo que nunca fue nuestro, sólo nos
queda dar las gracias por el tiempo compartido: GRACIAS.
¿Cuántas
cosas dejamos de hacer por miedo, cuantas hacemos por miedo?. Intentamos buscar
la seguridad absoluta, pero cuando vivimos desde nuestra esencia, conectamos
con el coraje. Si confías en ti, si crees en ti, ves lo que es verdaderamente
valioso para ti y tomas decisiones para honrarlo. Nos pasamos la vida queriendo
ser como los demás: tan lista como fulanita, tan guapa como menganita, tan
graciosa como cetanita…pero cuando somos capaces de tomar nuestras propias
decisiones, estamos “matando al referente”, me estoy diciendo, confío en mi y
en la vida, entiendo que lo único que tengo es lo que nadie me puede arrebatar,
todo lo demás es prestado.
Como
dice B. Villaseca, “la inocencia es el estado del alma libre de culpa”. Estamos
demasiado acostumbrados a negar nuestra parte de responsabilidad personal, pero
cuando conectamos con la esencia vemos cual es esa parte de responsabilidad y
somos capaces de perdonarnos para liberarnos de la CULPA: lo hago, lo hice, lo
mejor que se. Nadie me hace daño sin mi consentimiento, entiendo que “la mejor
defensa no es un buen ataque, es no sentirse atacado”.
En
definitiva, cuando somos capaces de amarnos a nosotros mismos, descubrimos que
nosotros somos la fuente de la felicidad. Lo que das y lo que entregas, te lo
das y te lo entregas. Cuando no me quiero, desarrollo una personalidad para que
me quieran los demás, me invento un personaje; pero cuando conectamos con
nosotros mismos llegamos al fin último que es el AMOR INCONDICIONAL a ti mismo.