En MAYÚSCULAS, negrita y
subrayado.
Tengo amigas que se llevan 20 años
de diferencia de edad. Yo estoy en medio. Ahí, ojo avizor, entre
unas y otras. Habiendo vivido lo que a algunas les falta, y
expectante en vivir lo que otras ya han experimentado.
Parecen muchos 20 años, quizás lo
sean, pero pienso en ellas, y en esa especie de tribu que no sé por
qué demonios las mujeres somos capaces de construir como quien
construye un lego de primero de lego.
Rondar los cuarenta o rondar los
sesenta, no hace mucho era un abismo, posiblemente las unas podrían
ser las hijas de las otras. Ahora no. Ahora tengo la sensación de
que hemos llegado a una especie de globalización, donde la edad es
lo que menos importa, lo verdaderamente importante para nosotras es:
qué tenemos en común (aunque sea pasar por un proceso de
enfermedad); qué nos gusta compartir (ese vino de Ronda maravilloso que resultó ser de La Rioja o
el último libro de Almudena Grandes o Chimamanda Ngozi Adichie); cómo nos sentimos en el
mercado laboral (aunque algunas estén jubiladas y otras apenas
afianzando su trabajo); qué tenemos que decirles a los hombres (ya
lleves más de 30 años casada, nunca te hayas emparejado con uno o
creas en el poliamor); o cómo nos relacionamos con nuestra familia
(dependientes, independientes, apalancados o apegados).
Me gustan mis amigas. Me gusta su
variedad. Su diversidad. Su gracia.Su retranca.
Chari Rosa
Carmela B.
Mery
Belén
Carmela
Galle
Lupe
Maca
Marina
Lucre
Concha
Cuca
Lale
Suly
Isa
Gloria
Yedra
Susana
Luisa
Rocío
Eli
Inés
Lola
María Emilia
Así volamos, en forma de “V”.
Porque como los ibis eremitas somos capaces de mostrar la capacidad y
la conciencia para responder al aleteo de las mujeres que tenemos
cerca, y aprovechar la dinámica de la estela producida por el
movimiento de las demás.
¡Que vivan mis amigas!